Hace poco, un amigo que conoce mis gustos cinematográficos
me comentaba que tenía que estar contento, que el giallo volvía a estar de
moda. Y sí, desde luego el género parece haber reflotado (aunque, como comenté
el otro día, realmente en Italia nunca se dejó de hacer) y cada vez hay más
“neogiallo”. Sin embargo, las pocas que he visto no me acaban de gustar, sobre
todo porque hay una cosa que los amantes del género a veces parecemos olvidar.
El giallo es un subgénero de explotation. Esto significa que las películas eran
de poco presupuesto y que buscaban el impacto típico que busca la serie B:
remplazar la falta de presupuesto con morbo, sexo y violencia. Los directores
italianos de giallo eran machacas que hacían gialli porque estaba de moda,
igual que la mayoría hizo también péplum, western, pelis de caníbales y zombis,
fantaterror y, bueno, lo que estuviera de moda en la época (puede que la gran
excepción a esto sea Argento, pero este es un caso a parte tanto por su familia
(productores de cine) como por la manera en que lo petó con “El pájaro de las
plumas de cristal”, pero vaya eso es otra historia). Así pues, es lógico que en
el giallo haya una cantidad ridícula de tetas completamente gratuitas, igual
que los asesinatos son absurdamente coreografiados y las víctimas tengan
aproximadamente 80 litros de sangre. Hoy, en particular, veremos dos ejemplos
de giallo con tetas, muchas, muchas (demasiadas) tetas.
(Antes de nada, me gustaría recordar que la lista esta es mi
opinión. Cuando diga si una peli “pasa el corte” o no, lo hago bajo mi
criterio. Aún no he recibido hate (para eso alguien debería leerme, pero nunca
está de más ponerse la venda antes de la herida, y más cuando hoy critico una
peli que suele estar en las listas de mejores gialli).