jueves, 7 de julio de 2016

Sexykiller, morirás por ella


Un vestuario femenino, varios planos de tetas y un grupo de muchachuelas criticándose entre ellas y llamándose putas. De repente, aparece un tío disfrazado  como si fuera el asesino de scream y haciendo el corquipolli. Al tío le atacan, por lo que decide huir. Sin embargo aparece Bárbara, la protagonista, que va a socorrerlo, pero se lo carga. TÍTULOS DE CRÉDITO. 3 minutos de horror y bochorno que sirven de muestra de la pifia que veremos hoy: Sexy Killer, morirás por ella (por culpa de la peli, querrán decir).

Y es que, amigos, esta es una de esas pelis que comentaba el otro día: solventan un guion flojo y unas interpretaciones irrisorias con tetas y sangre a punta pala. Lástima que tengamos más de 16 y no nos baste
(Inciso: Normalmente hago la crítica, si es que a esto se le puede llamar crítica, mientras veo la peli, lo que en ocasiones me lleva a conclusiones precipitadas. Sí empieza con bastantes momentos de culicos y teturras, pero al cuarto de hora aproximadamente, se recuden drásticamente. En cuanto a la violencia, bueno, no es especialmente gore la pinicula. Así pues, ni siquiera sangre y tetas a punta pala.


Después de los títulos de crédito, de ver a Macarena Gómez en tanga y un par de chistes vergüenza ajena, vemos una rotura de la cuarta pared, bastante más ilustrativa de lo que parece: la película intenta ser una parodia del slasher, pero en vez de un tipo que mata universitarias ligeras de ropa, una universitaria que mata tipos sin ningún motivo. El problema es que el director destila un: “que listo e ingenioso soy, como molo” que tira para atrás. Vamos, el mismito problema que Sharknado. La “trama” sigue con un flashback musical que va una puta vergüenza ajena que tira para atrás (quedaros con esto: vergüenza ajena, algo me dice que esta sensación se va a repetir a lo largo de toda la peli.), pero que acaba siendo una puta locura más de Bárbara.
La peli lleva sólo 10 minutos y me estoy dando cuenta que esto es puto imposible de comentar: cambios continuos de formas narrativas y rotura constante de la cuarta pared, algo que mola si se hace bien, pero que está horriblemente hecho. Ahora, para explicarnos su próximo asesinato a un compañero que se acaba de zumbar, imita el formato teletienda.


La peli sigue en la misma tónica, ya sabéis, Bárbara hablando a cámara, cambios de narrativa y asesinatos continuos. Ah, bueno, y además a estas alturas el nivel de tetas ha bajado de manera preocupante. Es que ni eso ya, hostia puta. Resumen de las cosas así “interesantes” que han pasado mientras: Álex y Tomás, dos amigos de Bárbara, son los forenses. El comisario se ha cargado a su jefe porque sí, porque es fietta, copón.
Vale, ESPERA, que esto s’ha convertido en una comedia de enredos o argo: Bárbara se cree que Tomás es un asesino y se enamora (bueno, se lo quiere triscar). Sin embargo, aparece Álex, con un plan para pillar al asesino: ¿Sabéis la falsa creencia de que el ojo guarda la imagen del asesino? Pues inventan una máquina que reproduce las imágenes cerebrales y deciden usarlo en los cadáveres. Si es que yo me cago en todo lo que se menea, hostia puta ya.


Y después de 20 minutos en los que no ha pasado nada de nada: Bárbara se trisca por fin a Tomás y mata a Álex y al comisario. Tomás, pues, decide poner en marcha el plan: monitoriza al comisario pero ¿lo resucita? Obviamente, como el plan sale mal decide resucitar a todos los muertos. Y yo sigo aquí, viéndola. El recién creado ejercito de zombies se cuela en la fiesta y, bueno, entre dimes y diretes, Tomás se entera que Bárbara es la asesina, pero vamos, que está buena y se la suda, pero a ella no, porque se lo carga. Y, FIN. ALELULLA.     
 5 tunkas. Mala, mala.

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