Bueno, después de un mesecito de vacaciones, volvemos al lío. Podría hacerlo a lo grande, con una mierda buena de verdad, un clasicazo, pero entonces esto no sería este blog. Hoy nos enfrascamos en una peli olvidable, sin fuste ni carisma, un boh sin paliativos. Hoy os traigo Emilie.
La película comienza con un plano fijo. Al fondo vemos a una
chica hablando por el móvil con su amiga, diciéndole que va a hacer de canguro.
De repente, un coche aparece en la escena. La conductora pregunta a la chica
por una dirección y, sin más, un hombre aparece por detrás y la mete en el
coche. En ese momento, en tu ingenuidad, puedes pensar: “hostias, seguro que
esto mola”. Y, entonces, amiguito, te pasará como a mí: te la meterán doblada,
porque menuda MIERDA de peli.
Pero continuemos con la trama. Un padre recoge a una
adolescente para que vaya a hacer de canguro de sus tres hijos. Tras unos
minutos de charla insustancial que sirven para presentarnos los personajes, los
padres se van y empieza a sonar música medio chunga. Y en ese momento, en tu
ingenuidad de nuevo, puedes volver a pensar: “Hostia, seguro que ahora empieza
lo bueno. La niñera es una loca fijo”. Y esta vez acertarás, la niñera es una
puta loca, pero lo bueno no empieza. La chica, haciéndose pasar por Anna,
empieza a actuar de modo extraño, en un intento de inquietar o algo, pero que
se limita a dejar que los críos hagan lo que quieran, putear a la mediana (que
se lo merece por resabida y repipi), ponerles porno casero de sus padres o
ponerse el tampón delante del niño mayor. Encima, por si no fuera suficiente
mierdolo, esto viene intercalado con momentos de los padres comiendo en un restaurante
y hablando de sus putos hijos. A favor: el niño pequeño da una de las mejores
ideas de los últimos años para una peli de serie B: el ataque de las aceitunas
asesinas.
Pero sigamos, sigamos. El mayor rebusca en el bolso de la niñera
y descubre que no se llama Anna, sino Emilie, y que tiene un arma, pero tampoco
es que le dé demasiada importancia, porque ni llama a la poli ni nada. Emilie
decide, entonces, acostar a los churumbeles, y para dormir explica un cuento
que tampoco hay que ser muy inteligente para adivinar que es su historia:
Emilie tenía un hijo y, un día, muere por culpa de un accidente. La chica se vuelve
loca por eso, así que decide secuestrar a un niño para hacerlo pasar por su
hijo. Y aquí es cuando yo me pregunto: todo el rollo de ponerles porno,
dejarles hacer lo que quieran, darles un arma… ¿A qué viene? Porque la gracia
es que Emilie quiere secuestrar al niño pequeño para hacerlo pasar por su hijo,
lo otro es putear de gratis. ¿Es un intento de demostrarnos que está loca? Entonces
que puta mierda. Oooohhh, que loca está, que les pone porno. ANDA A LA MIERDA
YA.
Pero que esto aún no ha terminado. Emilie se carga a una
amiga de Anna que había ido a ver si todo iba bien, baja los fusibles y coge al
niño pequeño. Problema: al bajar los fusibles se queda a oscuras, así que los
niños pueden esconderse e intentar defenderse. Esto que, a priori parecería
lógico, no lo tienen en cuenta la subnormal. Vamos, que era sólo coger al puto
crío e irse, pero no. Los otros niños esconden al pequeño y le preparan una
trampa. Los padres llegan, llega la poli pero Emilie escapa en el último
suspiro. Y FIN. Sí, final de mierda para una peli de mierda.
La peli es básicamente bazura. A ver, tiene sus cosas
buenas, como la actuación de Sarah Bolger, que lo hace francamente bien y,
bueno, esto, que sólo dura una hora y media. Ojalá hubieramos visto el ataque de las aceitunas asesinas.
4 tunkas. Sosa y olvidable
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